domingo, 30 de octubre de 2011

Los otros:


Escucho avanzar un rítmico reloj que creía descompuesto, pero no me detengo a comprobarlo, solo me detengo a pensar en una pregunta que me embargaba desde tiempos remotos y que tal vez nunca había tenido la lucidez de darme cuenta.

¿Qué harán los otros en sus dimensiones?

Miro a mí alrededor y descubro el comedor amoldado por el extraño feng-shui que tanto trabajo me había dado confeccionar, sin embargo lo veo diferente como si los pequeños detalles que no lograba observar lo desdibujaran, pero sabía que aunque no podía descubrir las sutiles diferencias era mi comedor. Entonces contemplo sobre la mesa un plato de porcelana que recordaba haber roto en millones de pedazos, pero no me detengo a contemplarlo porque aun dentro de mi ser revoloteaba como una pequeña mariposa una pregunta.

¿Qué harán los otros en su tiempo?

Siento una brisa que entra por la ventana, la cual recordaba que había reemplazado por una puerta hacia un par de años, y el grito que la atraviesa era uno que conocía muy bien y sabía de sobra que no era uno parecido, sino que era el mismo que me tenía preso en ese momento, el mismo que mucho tiempo atrás me hacia temblar… se trataba del ultimo grito suicida de mi difunta esposa, pero el tiempo era mucho y ya no me detenía por él porque una pregunta aun retumbaba
como eco en mi mente.

¿Qué harán los otros en sus mundos?

Huelo que desde la cocina se acerca el aroma que hipnotizaba mis papilas gustativas y que solo ella sabía cocinar de esa manera pero no me detengo a dejarme seducir por aquel nutritivo perfume… porque otra pregunta que es siempre la misma me aterroriza…

¿Qué harán los otros en sus dimensiones, en su tiempo, en sus mundos, sabrán que los espero, para que me salven de mi mundo, de mi pasado?

4 comentarios:

EvaBSanZ dijo...

Dormir profundamente, eso hacen los otros.

PD: Muy buena entrada.

Muack!

Anónimo dijo...

Me gusto tu blog! te pasas por el mio? saludos! (:

Anónimo dijo...

Muy bueno y muy bien relatado. Me gusto mucho :)

Zeida Bermúdez dijo...

Decía Neruda que lo único que nos puede salvar de la vida es el amor.