lunes, 12 de septiembre de 2011

ALGUN MIMO!!!


Acto primero:
Romper el hielo



El parque estaba lleno de alegría, la magia sobrevolaba en el ambiente, mariposas y flores se confundían en un danzante arcoíris de infinitos colores, el sol abrazaba satisfecho un paisaje repleto de gente. Delante de unos árboles ancestrales, pero aun así llenos de vida, y de raíces visibles, se encontraba un personaje excéntrico que pegaba manotazos en el aire de forma rítmica cual si fuera arquitecto de objetos invisibles, diseñaba moviendo sus manos como pinceles sobre el aire, parecía un personaje sacado de las antiguas películas mudas, con un sombrero de copa negro, piel blanca como espectro, una sonrisa de oreja a oreja, remera y calcetines de rayas horizontales blancas y negras, y pantalón oscuro al igual que sus zapatos con punta circular y lustrosos, desarrollaba una extraña coreografía junto a una danza simpática y graciosa, casi se podía ver como sus manos modelaban magia invisible sobre el aire, la gente se paraba junto al misterioso personaje para verlo actuar. El pasto dejaba escapar el roció recolectado durante la mañana al ser empujado por los zapatos del artista, cada movimiento de manos trazaba siluetas imaginarias que parecían guardar secretos dentro suyo, luego de dibujar lo que al parecer era un cubículo de cuatro paredes cerradas, dio un paso hacia atrás, pero antes de terminarlo su pie se encontró con un obstáculo que nadie podía ver y sorprendía a todos, intento abandonar el cubículo, pero sucedió lo mismo en las otras paredes restantes, sus manos subieron hasta la altura de sus hombros haciendo gesto de perplejidad junto a su cara, entonces se llevo la mano al mentón en claras señas de estar pensando, luego de pocos segundos, levanto el dedo índice a la altura de su cabeza esbozando una gran sonrisa, bajo las manos hacia la pared a una altura cómoda, y comenzó a girarla como tocando algo esférico, entonces lo corrió hacia fuera como si allí mismo se hubiera materializado una puerta, por la cual traspaso y cerro tras de si, luego hizo intentos vanos por caminar, ¡Pero algo andaba mal! Sus piernas se movían una detrás de la otra pero su cuerpo estaba en el mismo lugar, no avanzaba, miró hacia atrás con gestos sorprendido, y noto que la puerta anteriormente dibujada, había atrapado su remera monocromática. Sin embargo las personas solo veían su remera ligeramente tensada por algo invisible, y en sus rostros la sorpresa no pidió permiso y atropello con risas y aplausos aquella atmosfera repleta de magia, entonces él abrió la puerta detrás de si y su remera cedió, luego comenzó a caminar con gran alegría, saludando a las personas, quienes aplaudían eufóricas y radiantes, se inclino sobre si, en clara alusión a un  agradecimiento, su alegría era enorme por brindar felicidad a la gente que no se percato de que una mirada fulminante lo contemplaba desde el Publico, y entonces algo raro ocurrió, algo fluía por su garganta, era como una serpiente que recorría a toda velocidad por sus cuerdas vocales para salir, sus labios se tensaron de forma misteriosa, él asustado con toda su fuerza los comprimía para aprisionar su contenido, levanto la vista con los labios chiquitos por la fuerza que utilizaba, la gente no comprendía lo que estaba interpretando, sus ojos miraban hacia el cielo con gestos de horror, suplicante, entonces ocurrió, sus labios cedieron y se articularon para formar el pánico, un miedo indescriptible— ¡Gracias! —susurro con un tono apenas audible, era como si una parte de él lo hubiera traicionado, sus ojos llenos de lagrimas veían la confusión en el rostro, antes alegre, de su publico, todo se detuvo por unos segundos en los que él se creyó desfallecer frente a todos, pero con el cuerpo casi petrificado, como si se hubiera convertido en estatua por haber vislumbrado la mirada penetrante de la Gorgona, sus ojos eran retenidos por el horizonte, intento escapar. Entre dudosos y tremulosos pasos comenzó a correr, mientras que por su camino regaba perlas trasparentes casi construidas con el mismo material que su magia, pero un poco mas perceptibles, translucidas pero visibles.
            Su mente daba mil vueltas en un mundo ahora sin sentido, su magia había desaparecido, se creía incapaz de crear, de imaginar, incapaz de vivir… la realidad lo ahogaba, la nueva realidad ajena a magia alguna, construidas solo en los cimientos de la ciencia, de la explicación, de ojos que solo ven lo que se puede demostrar. La tecnología, los edificios se cernían sobre él, esperando el momento adecuado para derrumbársele encima, para devorarlo, alejarlo de la magia. Pesadillas, universos atroces corrompían su cabeza, lugares fríos, sin vida, sin esperanza y sin magia. 
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 Hola de nuevo... aca les dejo algo en lo que estuve trabajando arduamente durante muchos meses... espero que les guste y que si encuentran alguna ERROR porfavor avisenme para poder corregirlo porque a esta altura ya no encuentro errores...

domingo, 4 de septiembre de 2011

El leopardo magno:

Nacía el alba en el horizonte, y un rojo escarlata como la sangre, se derramaba en el cielo, como presagiando alguna atroz batalla. Todo suponía que la hora se acercaba, mientras el melodioso cantar de un gallo gobernaba y paralizaba el lugar. Se sentía, la atmósfera cargada de aires de miedo y descontrol, en los finitos pelos de los brazos que se erizaban.

De la boca de los soldados escapaban espectros blancos crdos por el frió del amanecer, que venían acompañados de movimientos nerviosos e involuntarios por un miedo inexplicable. Eran infinitos, eran tantos que no se podía ver en donde empezaban o terminaban las filas militares, pero aun así temían de algo, era escalofriante ver como en sus ojos ardía el fuego del miedo y el sufrimiento. Cada minuto que pasaba sentían como si su alma muriera enfrente de sus propios ojos, “todavía quedaban cinco horas de sufrimiento” pensaban, cuando un aullido de una trompeta rasgo el soberano y absoluto silencio, consumiéndolos en un santiamén e infundiéndoles un terror que nacía directamente de una locura inexplicable, se podía ver casi como palidecían y sus almas en un respingo de desesperación salían por sus bocas en forma de frió.

“Pero ¿Cómo era posible, aun quedaban cuatro horas y media antes de su llegada?” gritaban en sus mentes los soldados persas desesperados y dejando entrever en sus ojos sorpresa inminente. Sobre la cima de la meseta se alzaban unas figuras oscuras, erguidos de espalda contra los recién nacidos rayos del sol que ocultaban sus rostros con un maquillaje tenue y eclipsado.

Luego domino el silencio y la desesperación, cuando el sol iba a mitad de camino hacia la cima, de entre los misteriosos soldados recién llegados se alzo una figura aun más misteriosa y majestuosa, era como un leopardo, una leyenda— su velocidad de dominio era impresionante —comentaban— y las cuatro alas de su espalda le otorgaba mucha más velocidad, cuando en conquista se trataba, era un experto estratega militar y muy bueno con los ataques sorpresa —lo cual los persas estaban confirmando en ese instante.

A su aparición los soldados, retrocedieron, se trataba de la gran bestia magna, era un conquistador sanguinario que venia a su derrota.

Un soldado de la bestia se acerco a los persas quienes rápidamente se pusieron en guardia levantando sus armas con valor, temían de que se tratase de una trampa o una estrategia de distracción.

—Alejandro el grande, les da la oportunidad de rendirse —anuncio el soldado de la bestia frente a los persas, tan cerca que los soldados miedosos notaban en él una mirada soberbia y satisfactoria.

—Por si no se dieron cuanta nuestro ejército es siete veces superior al suyo— respondió atropelladamente un comandante persa cobrando fuerza y confianza. —Nuestra respuesta es esta…— dijo mientras atravesaba su espada, dominado por el miedo, en el pecho del soldado de la bestia, los ojos del persa volvieron a tomar vida al darse cuanta de que no se enfrentaban a algún tipo de dios o algo parecido, sino a simples humanos de sangre roja y que ellos sin duda los superaban en número.

La bestia al ver que su informante caía de su silla, el descontrol del caballo y luego su cruel muerte por la ira que poseían los persas, apretó con firmeza y bronca el mango de su espada y comenzó a avanzar, las herraduras de los caballos resonaban en el suelo, como estridentes tambores que auguraban una guerra inminente, los corazones de los persas ya con menos miedo, comenzaban a saltar incitando a su sistema nervioso a liberar adrenalina y así prepararse para el porvenir, cada soldado sentía, como si una sustancia caliente pasara a toda velocidad por sus venas. Se oía el entre chocar del metálico acero de las espadas, los gritos de lamentos y el dolor resultado del impacto, se oía la aniquilación de los escudos de baja calidad de los persas, mientras volaban por los aires: cascos, espadas, lanzas, sangre y hasta cabezas decapitadas saltaban de sus cuerpos, dejando en su camino un largo chorro de sangre que caía por encima de los soldados, se podía ver una clara diferencia entre el ejercito de la bestia magna con el de los persas, aunque el ejercito persa los superaban en número y también contaban con la ayuda de los medos, la diferencia de experiencia en batalla, el continuo entrenamiento, y la diferenciación de poder y confianza se veía claramente reflejada a favor del leopardo, quien casi parecía que volaba a toda velocidad matando y aniquilando a soldado enemigo que se le atravesara en el camino. Era como ver una atroz batalla entre dos bestias poderosas, sin embargo la más experimentada y la que mejor use sus armas lograría vencer.

Daba miedo mirar el suelo, ya que estaba regado de sangre en el cual solo crecían cuerpos de hombres y caballos muertos.

El imperio medo-persa que alguna vez había logrado tomar la apariencia de un oso que se alzaba de un lado más que del otro y que entre sus dientes tenia tres costillas esta vez estaba muriendo frente a una bestia mucho peor, un leopardo alado, esta vez era el turno de Grecia de tomar el control de todas las bestias, aunque la batalla aun no había llegado a su fin, el resultado ya se podía apreciar con la victoria del leopardo, ya que el rey de los Persas había abandonado la batalla.

La segunda bestia moría en manos de la tercera… y la soberanía del imperio Persa se alzaba en las manos de Grecia.